Otro discípulo de Miguel Ángel, Galeazzo Alessi, llevó el estilo del maestro a Génova. Trabajando para los ricos armadores de Liguria, Alessi tendió a exagerar las dimensiones. Los palacios de Génova, con sus fachadas larguísimas, tienen principalmente su parte más grandiosa en la escalera, con varios tramos combinados en cada rellano.
Algo había en Venecia como tradición de fuerza y riqueza que se imponía hasta a los artistas llegados a ella desde otras regiones de Italia. Éste es, sin duda, el caso de Sansovino, escultor florentino que había trabajado poco en la Corte de los Papas y que huyó de Roma después del saqueo del condestable de Borbón. De paso para Francia se detuvo en Venecia, donde acabó por quedarse y convertirse en un perfecto veneciano. La riqueza de ornamentación, los altos relieves, las estatuas sobre las barandas de coronamiento, son motivos que, con toda la fuerza de la tradición iniciada por Sansovino, hubieron de quedar como característicos del Renacimiento veneciano. Típico del estilo de Sansovino es el lujoso palacio de la Biblioteca, con sus dos pisos de arcos decoradísimos y un friso superior de remate con gruesas guirnaldas, entre las cuales se abren disimuladamente lucernas de iluminación.
El estilo veneciano del Renacimiento fue aún perfeccionado, mejor diríamos exagerado, por dos artistas de la inmediata generación: Sanmicheli y Palladio, el uno de Verona, el otro de Vicenza. Sobre todo Palladio, por sus obras y sus escritos, tenía que ejercer una influencia considerable. Iñigo Jones, el introductor del Renacimiento en Inglaterra, tomóle por su maestro predilecto.
Palladio fue un genio laborioso y revolucionario a la vez, un observador estudioso de todo lo antiguo y lo moderno, y, al mismo tiempo, lleno de fe en sus propias convicciones, que desarrolló con una audacia sin límites. Fue a Roma y dibujó sus ruinas en grandes croquis, que se conservan, y las midió y comparó con el canon de Vitruvio. Vuelto a su patria con todo aquello asimilado, hizo su obra propia. Trabajó principalmente en Vicenza, donde residió, y la llenó de monumentos grandiosos. Su obra más conocida es la restauración del Palacio Municipal, un edificio gótico del siglo XIII, que Palladio rodeó de grandes pórticos en tres de sus lados. En la fachada de este palacio, llamado la Basílica, aplicó el ingenioso sistema de combinar dos tipos de columnas en un mismo orden o estilo, unas más altas, que sostienen el friso de coronamiento, y otras menores intercaladas, que dan a las otras un aspecto de grandiosidad. Éste es el invento que se llama orden gigantesco, debido a Palladio. En las fachadas de sus palacios combina también estos tipos de órdenes, el llamado orden gigantesco, que abraza a veces todo lo alto de la fachada, y los diversos pisos de columnas con otros entablamentos menores intercalados. En los patios, altas columnas llegan hasta la última cornisa, y los diferentes techos de los pisos se apoyan libremente a distintas alturas de las columnas.
Palladio, en su libro sobre Arquitectura, quiere abarcar el vasto programa de las construcciones humanas, que divide en grupos: edificios públicos, casas, villas de recreo e iglesias. Es de notar que las casas rurales o villas de recreo forman para él un grupo aparte, lo que trata de justificar con la más deliciosa figura del country gentleman, o hidalgo campesino, que se haya trazado nunca. Aunque es muy conviniendo dados-para un caballero tener una casa en la ciudad, donde no podrá dejar de ir alguna vez, ya porque tenga un cargo en el gobierno, o para atender a sus asuntos particulares, de todas maneras su mayor rendimiento y placer se lo proporcionará su casa en el campo, donde gozará en ver la tierra aumentando su riqueza o ejercitándose en paseos a pie o a caballo, donde conservará su cuerpo fuerte y sano, y donde su mente reposará de las fatigas ciudadanas, ya quietamente, aplicándose al estudio, ya contemplando la Naturaleza. Palladio, después de este exordio, describe la casa de campo ideal, asentada lejos de pantanos, la habitación y las dependencias rurales. La fortuna tenía que depararle ocasión de poder desarrollar con toda plenitud varias veces este programa ideal de vivienda rústica, pero la más conocida es la llamada la Rotonda, en una altura cercana a Vicenza, edificada en un paraje ideal, que Palladio mismo describe con entusiasmo. La Rotonda fue construida para mansión de un nuevo rico, el cual, después de haber sido refrendario de los papas Pío IV y Pío V, regresaba a Vicenza cargado de dinero. Está erigida sobre un basamento, y en los sótanos se hallan las cocinas y la administración. Sobre la terraza, a la que se sube por cuatro monumentales escaleras, se levanta la casa, cuadrada; en los ángulos se han dispuesto los dormitorios, y en el centro hay una gran sala circular cubierta por una cúpula.
Palladio edificó también las iglesias del Redentor y San Giorgio Magiore, en Venecia, siempre dentro de su gran estilo de combinación de órdenes de diversas alturas. Es famoso también el teatro que construyó por encargo de la Academia Olímpica de Vicenza, de la que él formaba parte. Empezado en el año 1580, lo terminó Scamozzi y se inauguró en 1584, cuando ya había muerto Palladio, con una representación del Edipo Rey, de Sófocles. En Italia, el teatro tomó desde la mitad del siglo XVI una importancia que no consiguió hasta un siglo más tarde en los demás países de Europa. Los grandes escritores de la época se dedicaron a escribir comedias imitando las de Plauto. Como consecuencia se tuvieron que hacer decoraciones para el escenario. Al principio eran permanentes, y servían para escenas de interior y de la calle. En la decoración del teatro de Vicenza, Palladio empleó el artificio de poner como telón de fondo una fachada, que lo mismo puede ser la pared exterior de un palacio que la de una sala. Además dejó un arco abierto en el centro, a través del cual se divisa un panorama de la calle.
Por fin, después de dos siglos de tanteos, de conatos de imitaciones de la antigüedad, de épocas de lucha con la técnica,hemos llegado a estos tiempos triunfantes: los grandes hombres, las grandes obras… ¡Bramante y Miguel Angel, Sanso- vino y Palladio! La cúpula de San Pedro de Roma, la Biblioteca de Venecia, la Basílica de Vicenza: he aquí el término de tantos esfuerzos. Nos encontramos de nuevo en uno de esos momentos culminantes en la escala del espíritu. Completamente seguros de sí mismos, estos hombres no sólo ejecutaron grandes obras, sino que razonaron las leyes de su arte. Sus libros propagan sus ideas: Serlio, Vignola y Palladio escriben los tratados que han de facilitar a todo el resto de Europa la aplicación del Renacimiento italiano.
El haberse establecido el Renacimiento iniciado en Florencia en la Roma de los Papas produjo un cambio bastante considerable en la ornamentación. En las obras de los arquitectos florentinos encontramos los elementos clásicos (palmetas, guirnaldas y volutas) aplanados, sutilizados y algo afeminados, por decirlo así. A veces no se con- sigue discernir si aquella disminución de relieve es debida a incapacidad o representa un empeño para hacer moderno y refinado lo que era viejo. Toda la decoración arquitectónica del período cuatrocentista es pla na y delicada. Al entrar en el siglo XVI cobra robustez relieve.
Hoy a veces estamos cansados de las decoraciones de tipo romano del Renacimiento; pero ¡cuánto más lo estaríamos si se hubiese mantenido de modo duradero la decoración creada por el estilo florentino!