Adorno plateresco de la fachada de la Universidad de Salamanca.
Al lado del arte gótico borgoñón, empalmado con el espíritu mudéjar, aparece un estilo nuevo, propio de España: el arte extraordinariamente nacional y original que llamamos plateresco. Es un punto algo obscuro aún el saber cómo se produjo este estilo nuevo, motejado de plateresco. porque aplica a las grandes arquitecturas de piedras las formas de los orfebres y plateros. Según unos, fue el mismo Enrique Egas quien aprendió la gramática decorativa de los marmolistas italianos, principalmente lombardos, que venían a España. a vender sepulcros o esculpir relieves, y aplicó estos motivos decorativos a sus composiciones de líneas borgoñonas. Según otros, fue siempre Egas quien se entusiasmó con la técnica de un platero alemán, Enrique de Arfe, establecido en Castilla a principios del siglo xvı, cuya fama y habilidad hicieron que se le encargará un sinnúmero de cruces y custodias para las grandes catedrales y colegiatas de Castilla. Las obras de Enrique de Arfe eran admirables: sus custodias, más que joyas, son pequeños edificios de oro y plata; la custodia de Toledo pesa 200 kilogramos y tiene en sus contrafuertes y aberturas más de doscientas sesenta estatuillas. Se comprende que estos edificios ejecutados por un platero pudieran interesar a un arquitecto como Egas, muy dado a transformar en joyas de piedra sus edificios, excesivamente decorados. Algo extraño parece, sin embargo, que un artista solo inventara un estilo nuevo; al menos, contraria el hecho todas las leyes del arte, por cuanto un nuevo repertorio de formas aparece siempre por evolución; mas lo cierto es que una de las primeras y bien caracterizada. Su origen y su vida son todavía enigmáticos; sólo sus obras siguen pregonando su gran fantasía decorativa y la nacionalización profunda de su espíritu en el noble solar de Castilla, donde encuentran una generación sedienta de grandeza. Sin embargo, el que contemple con atención los monumentos citados en las páginas anteriores, acaso encontrará que poco o nada tienen de las formas clásicas tradicionales que restaura en Italia el Renacimiento. Más adecuados serían, al parecer, como manifestaciones locales en Castilla de la escuela borgoñona que de un arte nacional, y sobre todo fuera casi de la órbita de lo que llamamos el Renacimiento. Pero la misma vacilación se advierte en la literatura, y no obstante, siempre hemos considerado al marqués de Santillana y al marqués de Villena como dos precursores del Renacimiento en Castilla, aunque visten y hablan a veces como hombres medievales. En los graciosos Cancioneros del tiempo de los Reyes Católicos, que son las manifestaciones poéticas más interesantes de la época, como el cancionero de Gato o el de Baena, las imitaciones del Petrarca están mezcladas con sátiras y le trillas también tradicionales castellanas.
Una de las primeras y más características obras del estilo plateresco fue la fachada del Hospital de la Santa Cruz de Toledo, empezado por Enrique de Egas en 1504, en virtud de un legado testamentario del famoso cardenal Mendoza. La puerta, encuadrada por pilastras que se encorvan en la arquivolta, tie- ne un remate a manera de templete con figurillas y candelabros, igual que una obra de platería; así también las dos ventanas superiores, que parecen compuestas de piezas aplicadas, pequeños elementos metálicos retorcidos y afinados con el buril, que se han unido formando un marco de piedra en miniatura.
A Egas se atribuye también la fachada de la Universidad de Salamanca, que semeja. un tapiz de piedra enteramente con escudos. y motivos grutescos. La doble puerta inferior es aún de arcos rebajados, gótica en su trazo y en sus molduras; sus curvas bajas aumentan el efecto de la magnitud del relieve superior, dividido en recuadros por frisos y pilastras. En lo alto hay una crestería interrumpida por candelabros, dibujada como la crestería metálica en miniatura que un platero pudiera labrar para una custodia. Los relieves también parecen repujados sobre plancha de plata.