En las provincias, los legionarios introdujeron el culto al dios solar Mitra, de origen iránico. Parece imposible que una devoción tan rara, complicada y abstrusa que se originó en las montañas del Irán pudiera extenderse y tener raíces en las más apartadas regiones del Imperio romano. Encontramos el Mithraeum, o templo para el culto de Mitra, representado en Inglaterra, en el Rin, en África, Francia y España.
En todas las tierras de frontera adonde llegaron las legiones, allí llegó la devoción de Mitra. El grupo de Mitra arrodillado sobre el toro que va a degollar resulta a veces de gran belleza; se le colocaba, generalmente, en el fondo del subterráneo donde se efectuaban las ceremonias misteriosas con que la religión de los persas se adaptaba a la mentalidad helenística y romana.
Mientras de este modo las provincias iban elaborando las nuevas ideas que invadían hasta la misma capital, el arte oficial del Imperio fue evolucionando desde Septimio Severo a Constantino. El primero construyó en Roma una gran fuente al pie del Palatino, llamada Septizonium, que no se derribó hasta el siglo XVI. Era una colosal superposición de arcos y columnatas que se veía antes que nada al acercarse a la capital por la Vía de Ostia.
Diocleciano construyó un siglo más tarde sus termas entre el Esquilino y el Quirinal, en la parte más alta de Roma. Las ruinas, despejadas de escombros en 1912, muestran bóvedas gigantescas como las de las termas de Caracalla; pero allí aparecen ya series de arquillos ciegos que forman frisos, columnas apoyadas sobre ménsulas que constituyen fajas de decoración arquitectónica, y otros temas ornamentales que creíamos que habían sido creados mucho más tarde por constructores románicos y bizantinos.
Los mismos elementos decorativos, arquillos ciegos, columnas sobre ménsulas sin ninguna función estructural y otros detalles de arquitectura que podríamos llamar prerrománica, se encuentran en la gigantesca ruina del palacio de Diocleciano en Spalato, Dalmacia. El colosal monumento, mutilado y transfigurado, engloba hoy la ciudad de Split, edificada dentro de las murallas. El mausoleo del emperador es la Catedral, y las columnatas sirven de pórticos para calles y plazas.
Mas, a pesar de sus muchos detalles de purísimo estilo clásico romano, hay que reconocer que tanto su planta como su aspecto de castillo, más que de residencia imperial de un príncipe romano, parecen la mansión de un déspota oriental. Un detalle revelador es que el vestíbulo de la casa imperial tiene el arquitrabe curvo, para dejar un paso mayor en el centro de una columnata. Este artificio lo encontramos frecuentemente en Siria.