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El Greco, nacido como Domenico Theotokópoulos en Creta, es uno de los artistas más originales y revolucionarios de la historia del arte. Su llegada a Toledo en 1577 marcó el inicio de una etapa de intensa creatividad que transformó la pintura española. Obras como El Expolio y El Entierro del Conde de Orgaz reflejan su estilo único, caracterizado por figuras alargadas, colores vibrantes y una atmósfera espiritual.
El Greco combinó influencias bizantinas, venecianas e italianas para crear un lenguaje visual completamente personal. En Toledo encontró una sociedad culta y receptiva que apreció su arte, aunque también tuvo conflictos con instituciones religiosas debido a su estilo poco convencional. A pesar de ello, recibió numerosos encargos y dejó un legado impresionante que aún puede admirarse en la ciudad.
Su impacto en el arte español y europeo es incuestionable. El Greco no solo capturó el alma castellana en sus obras, sino que también influyó en artistas posteriores, consolidándose como un precursor de movimientos como el expresionismo.