En las paredes de un arco que mandó erigir Constantino con materiales más antiguos se han conservado, por ejemplo, varios medallones del tiempo de los Flavios que reproducen escenas de caza y sacrificio de extraordinaria belleza. No se conoce todavía el monumento que decorarán; du- rante mucho tiempo hubo de suponerse que habían pertenecido a un arco de Trajano o tal vez de Adriano, y hasta se creía reconocer en las figuras algunos de los personajes de la familia de este último emperador; pero los relieves o medallones de que hablamos se han atribuido últimamente al tiempo de los Flavios y muestran aún vestigios de aquella finura helenística de los relieves augústeos con la perspectiva atmosférica que se les añadió después.
Además de los edificios ya citados, los emperadores Flavios construyeron unas termas, conocidas aún hoy por termas de Tito. En honor de Domiciano se erigió una gran estatua ecuestre en el Foro, se restauró el templo Capitolino y se construyó expresamente un edificio en el Esquilino para que le sirviera de panteón de familia.
Esta misma actividad edilicia tenía que continuar durante el largo reinado del glorioso emperador español Trajano, hijo de Itálica, quien sucedió a Nerva, su padre adoptivo. Nerva apenas tuvo tiempo de edificar en Roma un Foro imperial, del cual todavía quedan restos importantes; pero en los veinte años de gobierno de Tra-raron el monumento con exquisitas balaustradas y relieves. Del Foro de Trajano proceden un sinnúmero de fragmentos de sorprendente belleza diseminados por las iglesias y museos de Roma: el águila de Sancti- Apostoli y otros dos medallones aprovechados más tarde para decorar el arco de Cons- tantino. El conjunto del edificio era casi de grandiosidad oriental; un arco de triunfo (T) daba acceso al patio porticado, que constituye el verdadero Foro, con la estatua ecuestre del emperador en el centro. A cada lado de este patio había un hemiciclo y en el fondo la basílica Ulpia, de cinco naves con dos ábsides (U). Detrás de ésta, dos bibliotecas (W), y en medio un patio (V) con la columna triunfal, que tiene en sus cimientos una pequeña cámara, actualmente vacía, donde estaba el sarcófago del emperador.
Detrás de la columna había un templo dedicado al emperador divinizado. Todo el conjunto monumental, casi intacto en tiempo de la invasión bárbara, hubo de causar indecible asombro a los descendientes de aquellos germanos que el gran emperador había domeñado Hoy el Foro de Trajano es uno de los monumentos más destruidos en Roma; sólo por milagro se ha conservado la columna erigida encima del sepulcro del emperador con el rótulo helicoidal de relieves donde se describen puntualmente sus campañas en la región del Danubio. Ya Dante la vería así aislada: «Allí estaba historiada la alta gloria del príncipe romano», dice en la Divina Comedia. En aquellos relieves aprendieron, por decirlo así, la grandiosidad de su estilo los más grandes artistas romanos, como Rafael y Miguel Ángel. Este último decía, viendo un cuadro de Tiziano, que los venecianos nunca llegaron a la perfección artística porque no poseían una columna Trajana como la tenían ellos en Roma. Realmente, desde cierto punto de vista, la columna de Trajano es también uno de los términos de llegada del arte en la antigüedad. Descansa sobre un pedestal cúbico, decorado de relieves con trofeos militares; después de una basa simple, como una corona de laurel, arranca la hélice de los relieves, los cuales describen paso a paso las campañas del gran emperador, y Hoy el Foro de Trajano es uno de los monumentos más destruidos en Roma; sólo por milagro se ha conservado la columna erigida encima del sepulcro del emperador con el rótulo helicoidal de relieves donde se describen puntualmente sus campañas en la región del Danubio. Ya Dante la vería así aislada: «Allí estaba historiada la alta gloria del príncipe romano», dice en la Divina Comedia. En aquellos relieves aprendieron, por decirlo así, la grandiosidad de su estilo los más grandes artistas romanos, como Rafael y Miguel Ángel. Este último decía, viendo un cuadro de Tiziano, que los venecianos nunca llegaron a la perfección artística porque no poseían una columna Trajana como la tenían ellos en Roma. Realmente, desde cierto punto de vista, la columna de Trajano es también uno de los términos de llegada del arte en la antigüedad. Descansa sobre un pedestal cúbico, decorado de relieves con trofeos militares; después de una base simple, como una corona de laurel, arranca la hélice de los relieves, los cuales describen paso a paso las campañas del gran emperador, y no. El rótulo gigantesco de la columna Trajana no es sino la ilustración de la crónica de las campañas, como un libro esculpido en el mármol. En ciertos momentos, las ilustraciones son de un realismo extraordinario, pero se advierte que el espíritu ro- mano está en contacto con el elemento nór- dico, romántico, de los pueblos bárbaros, que tenían que infundir su espíritu en los tiempos medievales. Hay grupos de bárbaros, con gesto dolorido, que discuten la marcha de los acontecimientos en los bosques de Germania, las mujeres participan en la lucha, y, por fin, cuando el jefe y alma de la resistencia, Decébalo, muere en la batalla, la Luna se le aparece como una valquiria germánica. Vense luego las escenas bellísimas de la paz, cuando los jefes bárbaros prestan acatamiento al emperador, que generosamente acoge a los vencidos; las escenas pintorescas del campamento, los cuadros de la vida militar romana, llenos de realidad y naturalismo. Pero en todo el largo friso, que, desarrollado, tiene más de doscientos metros, el protagonista de la acción, Trajano, está siempre presente; él acude en todos los momentos difíciles, ordena en persona las marchas, dirige las construcciones e interviene en la batalla como un simple soldado. Los relieves de la columna Trajana son el mayor elogio que puede hacerse del gran emperador español; en los trances difíciles de la guerra él está siempre presente e infunde valor y serenidad a las tropas con su persona augusta.