En los relieves sepulcrales de provincias a menudo hay representaciones de la vida común, las cuales nos proporcionan interesantísimas escenas de las costumbres romanas de los últimos tiempos del Imperio. De una tumba destruida cerca de Neumagen, proceden unos relieves del Museo de Tréveris que nos informan, con encantadora familiaridad, de las cosas más íntimas, como la lección del preceptor de la casa, el peinado de una noble dama, el acto de la presentación de un regalo o el pago en especie de una deuda.
Es interesante comparar los muebles y la indumentaria de estas poblaciones romanizadas de Germania con los que aparecen en los relieves de la columna Trajana, cuando los bárbaros habitaban simples chozas y tenían un ajuar pobrísimo, a excepción de sus armas. Los relieves de Neumagen son, para la vida privada de las provincias, tan preciosos como ciertas pinturas y grafitos de Pompeya.
A menudo, los monumentos sepulcrales de las provincias se reducen a una simple estela, degeneración de la estela funeraria griega, y tienen retratos dentro de un pequeño nicho o un medallón. A veces se acumulan varios retratos de individuos de una sola familia en una misma piedra conmemorativa, como en ciertas estelas del Museo de Gratz.
En España había un tipo especial de estela con poco relieve y el arco de herradura combinado con rosas geométricas, del cual se conservan varios ejemplares en León y en el Museo de Madrid. La forma de herradura fue empleada por las poblaciones visigóticas de la Península y después por los árabes, quienes es posible que la aprendieran de los visigodos.
No es de creer, sin embargo, que esta forma del arco de herradura sea propiamente indígena española, puesto que no aparece en otros monumentos ibéricos y, en cambio, era frecuentísima en Siria y Asia Menor. Como la mayoría de estelas así decoradas proceden de León, donde estaba acampada la guarnición romana de España, podría admitirse que esta forma del arco de herradura, que tanta aceptación tuvo después en España, es originaria de Siria y fue aportada por las legiones.
Las guarniciones romanas eran trasladadas pocas veces, pero, cuando por una orden imperial tenían que cambiar de provincias, se trasladaban no sólo los veteranos, sino también sus familias, con todos los enseres que constituían su modesto ajuar y asimismo, naturalmente, con las costumbres, el arte y la religión del país que dejaban.
Esto da cierta uniformidad al arte militar romano y estimula a pensar que el arte románico que se formó después en provincias depende más del arte militar de las legiones que del arte oficial de Roma. Acaso el latín vulgar de los monumentos románicos sea el estilo propio de los campamentos; esto explicaría también la uniformidad de tradiciones y cantos populares, como la de la gramática ornamental de los pueblos que después constituyeron las naciones europeas de la Edad Media.