El paisaje alcanzó su independencia como género en la pintura holandesa del siglo XVII. Artistas como Jacob van Ruisdael y Meindert Hobbema crearon escenas de gran realismo y profundidad emocional, que capturaban la esencia de la naturaleza holandesa.
Estos paisajes, a menudo dominados por cielos vastos y luminosos, reflejan una conexión íntima con el entorno. Las composiciones, llenas de detalles minuciosos, ofrecen una visión nostálgica y, a veces, idealizada del mundo rural.
La especialización en paisajes urbanos y marinos también floreció, con obras que retrataban la vida cotidiana en los canales y ciudades de los Países Bajos.