
La escultura neoclásica, impulsada por teóricos como Winckelmann, intentó recuperar la pureza y la belleza de las obras de la antigüedad clásica. Sin embargo, los escultores de esta época enfrentaron desafíos importantes al intentar reproducir la grandeza del pasado sin caer en la mera copia.
Entre los escultores destacados se encuentran Antonio Canova y Bertel Thorvaldsen. Canova, de origen veneciano, esculpió figuras como Paulina Bonaparte, representándola semidesnuda con una perfección idealizada. Sin embargo, sus obras han sido criticadas por su falta de emoción y su aparente “frialdad”. Por otro lado, Thorvaldsen, un escultor danés que trabajó en Roma, destacó por su precisión y la pulcritud de sus mármoles, aunque también se le reprocha una falta de originalidad.
La escultura neoclásica llenó los edificios de la época con estatuas de dioses y héroes que buscaban imitar el espíritu clásico, pero muchas veces estas creaciones carecían de la vitalidad y dinamismo que caracterizaban a las obras originales griegas y romanas.