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Los descubrimientos de Herculano en 1719 y de Pompeya en 1748 revolucionaron el interés europeo por la antigüedad clásica. Estas excavaciones permitieron un conocimiento más profundo sobre la vida y el arte de los antiguos romanos, desafiando las interpretaciones renacentistas basadas en textos como los de Vitruvio.
La Grecia clásica también comenzó a ser explorada más sistemáticamente durante esta época. El viaje arqueológico de Stuart y Revett, quienes publicaron The Antiquities of Athens en 1762, reveló detalles desconocidos sobre los templos griegos. Estos estudios evidenciaron que las proporciones y estilos arquitectónicos griegos eran más variados y sofisticados de lo que se había creído.
Este redescubrimiento no solo influyó en la arquitectura, sino también en el diseño de interiores y la moda. La fascinación por los restos de civilizaciones antiguas se extendió por toda Europa, provocando un auténtico renacer cultural.