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La escuela sevillana del barroco tardío se caracterizó por su dramatismo, intensidad emocional y un profundo sentido religioso. Uno de sus principales exponentes fue Juan de Valdés Leal, conocido por obras cargadas de simbolismo y alusiones a la fugacidad de la vida, como Las Postrimerías. Sus cuadros son un recordatorio constante de la mortalidad humana y la trascendencia del alma.
Otro gran representante de esta escuela fue Francisco de Herrera el Joven, quien destacó por sus grandes composiciones decorativas y su habilidad en las naturalezas muertas. Su obra El Triunfo de San Hermenegildo muestra una técnica refinada y un uso magistral de la luz y el color.
La escuela sevillana contribuyó significativamente al desarrollo del barroco español, influenciando a artistas posteriores y dejando un legado que perdura en la tradición artística de la región.